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Sesenta pacientes con dolor crónico reciben tratamiento con acupuntura en Granada
El Hospital Virgen de las Nieves es de los pocos de España en incluir esta terapia, que por ahora se aplica sólo para lumbalgias severas, cefaleas y cáncer
S. VALLEJO / GRANADA | ACTUALIZADO 05.10.2009 - 10:50
Hay muchos pacientes para los que ni las operaciones ni los fármacos existentes en el mercado son suficientes para calmar su dolor, que se ha convertido en crónico y no encuentra alivio. Para ellos, las unidades del dolor de una decena de hospitales españoles, entre ellos el Virgen de las Nieves de Granada, autorizan un tratamiento de acupuntura, una técnica de medicina tradicional china que busca paliar el dolor mediante la inserción de pequeñas y finas agujas en puntos estratégicos del cuerpo.
En Granada se aplica esta técnica desde 2005, año en el que la Consejería de Salud autorizó su entrada en el sistema sanitario público -que paga íntegramente el tratamiento- y la de los médicos acupuntores. Según el jefe de la Unidad del Dolor del Virgen de las Nieves, Rafael Gálvez, "por ahora es una opción exclusiva para la gente en la que ya no funcionan los fármacos o que se opone a tomarlos, y en patologías específicas como la lumbalgia severa y muy evolucionadas, la cefalea o el cáncer, aunque está indicada para otras patologías pero aquí la tenemos restringida a esas. Es una opción que se ofrece en último caso, cuando ya no funciona nada".
Según los datos de la unidad, que cuenta con una consulta propia para acupuntura que se abre varios días a la semana, se contabilizan unas mil visitas anuales de pacientes, que corresponden con unos 60 pacientes en tratamiento en estos momentos ya que cada persona recibe varias sesiones, primero semanales, luego quincenales y posteriormente mensuales, trimestrales y semestrales.
La médico acupuntor del servicio, Dolores Caballero, valora positivamente la entrada de esta terapia en los hospitales públicos por su efectividad demostrada en el tratamiento de muchas enfermedades, que no se incluyen aún en el sistema por falta de medios. De hecho, esta consulta recibe a los pacientes también del hospital Clínico y otras zonas.
"Lo primero que se hace en la unidad es agotar los recursos de tratamiento, pero luego hay gente que no los tolera o que no les funciona. Se metieron las lumbalgias crónicas y rebeldes porque eran el caballo de batalla de la unidad, las que más se ven, y las cefaleas, también muy comunes, para personas con intolerancia a la medicación", explica.
Así, son los propios médicos de la unidad los que proponen al paciente someterse a la acupuntura. "Al principio hay gente que no lo conoce o que entra reacia al tratamiento, pero cuando notan algo de mejora se alegran", matizó la doctora, que también colabora con oncología infantil en casos de niños que se someten a quimioterapia y tienen mucha medicación analgésica "y a los que logramos bajar las dosis".
Lo que se consigue con la acupuntura es un efecto doble de analgesia y sedante ya que actúa en los receptores opioides. "La acupuntura lo que busca es reestructurar el equilibrio del cuerpo, recuperar lo desordenado ya que la salud, en la medicina tradicional china, es un equilibrio de cada parte del hombre con las demás. Cuerpo con mente, interior con exterior, el hombre con su entorno", indicó Caballero.
Cada sesión dura media hora y las agujas se ponen en distintos puntos del cuerpo desde las manos a los pies o la cabeza y también la zona del dolor. "No actúas sólo sobre la zona afectada sino que necesitas otros puntos. Es lo que llamamos puntos locales y a distancia. Y la oreja es básica ya que tiene representadas todas las partes del cuerpo si hay una patología subyacente", matizó la experta.
Aunque depende de la patología, lo habitual es usar diez puntos en cada sesión. Las agujas, de distintos tamaños, son de acero estéril galvanizado aunque antes se utilizaban de oro y plata. A la hora de introducirlas, con una pequeña presión imperceptible para el paciente, "la profundidad no es estándar para todos los pacientes. Sabes hasta cuándo porque es una sensación que nota el paciente y el acupuntor. Es mínima, como un pequeño calambre, calor, pero no dolor. Para explicarlo, por ejemplo, vale la expresión que se suele utilizar de tener el dolor a flor de piel. Así, hay pacientes en los que se profundiza más y otros en los que casi nada", dice Caballero. Una vez introducidas las agujas, el paciente espera entre 25 y 30 minutos, tiempo en el que la médico va estimulando las agujas para que hagan su efecto y se vaya recordando su presencia. Ahora se utiliza también un electroestimulador que emite una corriente continua de baja intensidad y frecuencias variables que realiza el trabajo de recuerdo.
Lo habitual es dar una primera tanda de seis sesiones semanales. "Si no hay mejoría se revisa por parte de los médicos de la unidad por si se sigue o no. Si responde, está en tratamiento entre tres y seis meses para luego pasar a revisiones abiertas".
"Aunque no hay respuesta del cien por cien, la mayoría de la gente está contenta y nota mejorías. Entre el 35 y el 40% de los pacientes nota más de un 30% de alivio del dolor, que es mucho, porque les permite hacer cosas cotidianas de la vida como salir a pasear, llevar a los niños al colegio o pasar el verano en la playa. Y para ellos, eso es un logro, por lo que es muy gratificante. Además, muchos consiguen reducir su medicación de rescate. Mantienen la de base pero necesitan menos el resto del día porque aparece menos dolor, que en esos niveles tan altos anula a la persona", confirmó Caballero.
En Granada se aplica esta técnica desde 2005, año en el que la Consejería de Salud autorizó su entrada en el sistema sanitario público -que paga íntegramente el tratamiento- y la de los médicos acupuntores. Según el jefe de la Unidad del Dolor del Virgen de las Nieves, Rafael Gálvez, "por ahora es una opción exclusiva para la gente en la que ya no funcionan los fármacos o que se opone a tomarlos, y en patologías específicas como la lumbalgia severa y muy evolucionadas, la cefalea o el cáncer, aunque está indicada para otras patologías pero aquí la tenemos restringida a esas. Es una opción que se ofrece en último caso, cuando ya no funciona nada".
Según los datos de la unidad, que cuenta con una consulta propia para acupuntura que se abre varios días a la semana, se contabilizan unas mil visitas anuales de pacientes, que corresponden con unos 60 pacientes en tratamiento en estos momentos ya que cada persona recibe varias sesiones, primero semanales, luego quincenales y posteriormente mensuales, trimestrales y semestrales.
La médico acupuntor del servicio, Dolores Caballero, valora positivamente la entrada de esta terapia en los hospitales públicos por su efectividad demostrada en el tratamiento de muchas enfermedades, que no se incluyen aún en el sistema por falta de medios. De hecho, esta consulta recibe a los pacientes también del hospital Clínico y otras zonas.
"Lo primero que se hace en la unidad es agotar los recursos de tratamiento, pero luego hay gente que no los tolera o que no les funciona. Se metieron las lumbalgias crónicas y rebeldes porque eran el caballo de batalla de la unidad, las que más se ven, y las cefaleas, también muy comunes, para personas con intolerancia a la medicación", explica.
Así, son los propios médicos de la unidad los que proponen al paciente someterse a la acupuntura. "Al principio hay gente que no lo conoce o que entra reacia al tratamiento, pero cuando notan algo de mejora se alegran", matizó la doctora, que también colabora con oncología infantil en casos de niños que se someten a quimioterapia y tienen mucha medicación analgésica "y a los que logramos bajar las dosis".
Lo que se consigue con la acupuntura es un efecto doble de analgesia y sedante ya que actúa en los receptores opioides. "La acupuntura lo que busca es reestructurar el equilibrio del cuerpo, recuperar lo desordenado ya que la salud, en la medicina tradicional china, es un equilibrio de cada parte del hombre con las demás. Cuerpo con mente, interior con exterior, el hombre con su entorno", indicó Caballero.
Cada sesión dura media hora y las agujas se ponen en distintos puntos del cuerpo desde las manos a los pies o la cabeza y también la zona del dolor. "No actúas sólo sobre la zona afectada sino que necesitas otros puntos. Es lo que llamamos puntos locales y a distancia. Y la oreja es básica ya que tiene representadas todas las partes del cuerpo si hay una patología subyacente", matizó la experta.
Aunque depende de la patología, lo habitual es usar diez puntos en cada sesión. Las agujas, de distintos tamaños, son de acero estéril galvanizado aunque antes se utilizaban de oro y plata. A la hora de introducirlas, con una pequeña presión imperceptible para el paciente, "la profundidad no es estándar para todos los pacientes. Sabes hasta cuándo porque es una sensación que nota el paciente y el acupuntor. Es mínima, como un pequeño calambre, calor, pero no dolor. Para explicarlo, por ejemplo, vale la expresión que se suele utilizar de tener el dolor a flor de piel. Así, hay pacientes en los que se profundiza más y otros en los que casi nada", dice Caballero. Una vez introducidas las agujas, el paciente espera entre 25 y 30 minutos, tiempo en el que la médico va estimulando las agujas para que hagan su efecto y se vaya recordando su presencia. Ahora se utiliza también un electroestimulador que emite una corriente continua de baja intensidad y frecuencias variables que realiza el trabajo de recuerdo.
Lo habitual es dar una primera tanda de seis sesiones semanales. "Si no hay mejoría se revisa por parte de los médicos de la unidad por si se sigue o no. Si responde, está en tratamiento entre tres y seis meses para luego pasar a revisiones abiertas".
"Aunque no hay respuesta del cien por cien, la mayoría de la gente está contenta y nota mejorías. Entre el 35 y el 40% de los pacientes nota más de un 30% de alivio del dolor, que es mucho, porque les permite hacer cosas cotidianas de la vida como salir a pasear, llevar a los niños al colegio o pasar el verano en la playa. Y para ellos, eso es un logro, por lo que es muy gratificante. Además, muchos consiguen reducir su medicación de rescate. Mantienen la de base pero necesitan menos el resto del día porque aparece menos dolor, que en esos niveles tan altos anula a la persona", confirmó Caballero.